AMÉRICA ESTÁ EN LA CÓMODA
Quien conozca a mi pariente Paco, y aquí bien podría decir mi primo Paco; pero como quiera que no es diputado, ni consejero y senador, mejor ni nombrarlo porque a día de hoy nadie sabe muy bien para qué sirve ese cargo. Y como tampoco es concejal ni representante de administración alguna, vamos que no es nadie a quien se le pueda preguntar aquello de ¿qué hay de lo mío?, me limitaré a llamarle sencillamente pariente y por supuesto, lejano.
Claro que podría presumir que es licenciado, que no licencioso, por La Laguna, en matemáticas y me quedaría tan pancho. Pero convendrán conmigo de que no es lo mismo, porque a fin de cuentas un matemático no es más que un individuo que junta cifras, números y poco más. Y nunca tendrá tanto pedigrí o glamour, que se dice ahora, como alguien que maneja la cosa pública, que tenga poder, para entendernos. Por ello prefiero presumir que tengo ante todo un amigo cercano y campechano, ocurrente y recurrente, a veces, que todo hay que decirlo, en fin, un verdadero diamante pero sin la bandurria. Aunque esta circunstancia probablemente a ustedes no les importe demasiado y lo entiendo, pero si puede que les interese lo que viene a continuación.
El común de los mortales cuando nos asalta alguna duda de la índole que sea, recurrimos o preguntamos a quien consideramos más cualificado o mejor preparado que nosotros (al enteradillo del pueblo). A un diccionario si eres de mi generación, a una enciclopedia si la tenías a mano y la cuestión era mucho más seria, por ejemplo, asuntos de Historia, Geografía, Matemáticas… Y lo último, lo que hacíamos toda la pobrería pueblerina, mirar el napa Rigorito, que era lo más rápido y accesible, si sentías curiosidad por saber dónde estaba tal o cual país, lugar o sitio del mundo mundial.
Todo esto empezó a venirse abajo con la aparición de Internet y derivados, que según me han contado apretas una tecla y te aparece todo y hasta lo que no quieres ver. Hay que decir, y en justicia, que gracias a este extraordinario invento se ha sociabilizado y acercado la cultura, las ciencias, etc. a toda la sociedad sin distinción de clases, credos, razas, lugar…. Claro, que también ha extendido a niveles inauditos el mal gusto, el chismorreo y la imbecilidad, pero supongo que es el precio que hay que pagar, como si dijéramos el envés de la hoja o de la moneda, el peaje. Pero a lo que íbamos. Y era que mi amigo Paco, a pesar de estos indiscutibles avances, sigue manteniendo su método convencional o tradicional y no porque sea conservador o desconozca el mundillo de las tecnologías, nada de eso, él en este territorio o proceloso e infinito mar o marasmo, se mueve como pez en el agua y, redundancias aparte. Pero como dije, él prefiere el método antiguo, el que un buen día le enseñara Periquito Hernández, su abuelo, por ser más sencillo y efectivo y que te evita el follón de diccionarios, enciclopedias, internet y demás vainas engorrosas.
O sea, que cuando Paco tiene dudas va directamente a la cómoda de sus abuela y es así, porque un buen día mientras regresaba de la escuela o de callejear y mataperrear por estos lares, solares o lugares de esta parte alta del pueblo, le preguntó al abuelo que por dónde andaba América y este, con la seguridad y parsimonia que le caracterizaba le respondió que buscara en la cómoda, ya que su abuela tenía la costumbre de meter cuánto trastos y arretrancos encontrara por ahí, en ella. Y, efectivamente, América estaba allí. No hemos podido constatar si era América del Norte o del Sur o las dos a la vez.
Desde entonces, Paco no quiere otro sistema de consulta o información. Ni sus amigos y allegados tampoco.
Lelo. Tenteniguada 2017
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