DISCULPAS Y ERROR, PALABRAS TABÚ EN POLÍTICA
Hay palabras tabú, diría incluso que proscritas, en el argumentario de los partidos políticos. No hay manera de que pidan disculpas, ni de que asuman errores. Lo hemos vuelto a vivir este pasado domingo, tras el sorprendente resultado de las elecciones andaluzas. La socialista Susana Díaz se metió tal batacazo que en Ferraz ya le han perdido hasta el respeto, pero la todavía presidenta de la comunidad, aunque ya en funciones, no ha sido capaz de entonar el mea culpa. La responsabilidad de lo que ha pasado la tuvo hasta el tato, ella no. Ni tampoco el resto de los políticos andaluces, desde Teresa Rodríguez a Juan Manuel Moreno, todos esos que también fueron castigados en las urnas, por mucho que quieran disfrazarlo, y que han provocado tanto el hartazgo de una sociedad que ha acabado tirándose a los brazos de una alternativa, la de Vox, que vende soluciones que no solo chocan con la Constitución española (como el mapa autonómico), sino con los más elementales derechos humanos.
Solo les importa cómo salen en la foto, aparentar que ganan cuando en realidad pierden.
No, perdón. La culpa fue de la gente que no fue a votar. Que no hizo el esfuerzo, aunque fuera tapándose la nariz, de blindarles en la poltrona otros cuatro años más con tal de habilitar un cordón sanitario frente a políticas extremas. Pero esta alergia a las disculpas o a la asunción de responsabilidades por los políticos no es un mal exclusivo andaluz. Más bien creo que debería figurar en esos catálogos tan al uso que tratan de buscar las esencias patrias de este país.
Se me viene a la mente un ejemplo más casero. El del triste cierre del Mercado Municipal de Telde. Por mucho que sea verdad que el gobierno local estaba en el camino de buscarles una solución definitiva, es decir, que se había preocupado y que lo tenía en la agenda, también es cierto que fallaron y que adoptaron decisiones que contribuyeron a retrasarlo. ¿Alguien se ha disculpado por el daño causado a los puesteros o a la ciudad? Nadie. Tampoco la mayoría de los partidos de la oposición, que tenían su cuota de culpa. Olieron a sangre y se lanzaron a morder. A unos y a otros, a los de aquí y a los de allá, solo les importa cómo salen en la foto, aparentar que ganan cuando en realidad pierden. Los partidos son pura fachada y artificio. Y la gente siente que les engañan.
Gaumet Florido
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