¡¡HASTA SIEMPRE AMIGO AGUSTÍN!!

“El tránsito de la vida es un paso leve en la duración del universo y hay que aprovechar aquellos breves momentos de placer disfrutando de lo que se nos ha otorgado, luchando siempre y sin descanso por aquello en lo creemos y pensamos, rodeado siempre de las personas que te quieren y te respetan”. Este es un pequeño pilar del pensamiento de una persona que siempre tuvo un verbo fácil y a la vez una inteligencia natural. Que era capaz de interpelarte en cualquier momento para iniciar un debate sobre temas muy diversos que iba enlazando uno tras otro con total lucidez, capacidad crítica y de análisis que a veces dejaba al interlocutor sin capacidad de respuesta por la contundencia de sus argumentos.
A la hora de exponer sus planteamientos sobre cualquier tema utilizaba como comodín a infinidad de pensadores históricos o actuales, tirando de expresiones, citas o tesis variopintas. Uno de sus escritores más mentado era Bertolt Brecht y era raro el momento en que no utilizara una de sus citas para ejemplificar sus diatribas. Por supuesto, en ese contexto le podemos asignar el uso de la que sigue:
«Hay hombres que luchan un día y son buenos
Hay otros que luchan un año y son mejores
Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos
Pero hay los que luchan toda la vida
Esos son los imprescindibles”

Para él la valía de las personas venía determinada por la capacidad que tiene cada uno para cumplir con los objetivos que se propone y no cejar en el esfuerzo con una constancia incansable.
Una demostración de su empeño a la hora de afrontar retos los podemos ver en la aportación constante que hizo a El Naciente durante muchos años con dos secciones específicas que recogen sus reflexiones, análisis políticos o rescate de personajes populares del entorno más cercano. Son dos secciones que se van a quedar para la historia del medio, “Tirar la Piedra” y “Anecdotario” pasarán a partir de ahora a ser el recuerdo más fiel de la forma de pensar y de ver el mundo de un colaborador cuyas aportaciones echaremos en falta. Su forma de enfocar y tratar los temas en sus variados escritos han marcado un estilo totalmente identificable desde el primer momento en que se comenzaba su lectura.
Fiel a sus principios, fue una persona que rechazaba a los “cantamañanas”, aquellos que para él aparecían un día por el terruño y te daban opiniones como si hubieran sido del lugar toda la vida y encima eran capaces de discutirte hasta la saciedad sin fundamentos ni conocimientos. Igualmente era bastante crítico con los “meapilas”, aquellos con haceres de santurrones, que te venden la imagen de no haber roto un plato, pero que al final descubres que son unos verdaderos hipócritas, que hoy te dicen una cosa y mañana otra, o que si te despistas te venden dejándote con “el culo al aire”.
Fue un verdadero amante de la cultura popular, de ahí que por su pluma pasaran un sinfín de personajes y anécdotas que forman parte de nuestro patrimonio intangible. Ya fueran “el verguilla”, “el pastor”, “el cachete”, “el chaqueta”, “valerio” etc.; los trató con total rigor, pues para ello no dudaba en recabar información por diversos medios contactando “con fulano y con sutano” para contrastar los hechos y datos que conservaba en su memoria y así no “meter la pata”. Fue desgranando verdaderas joyas que a muchos nos hizo retroceder en el tiempo y recordar momentos de nuestras vidas casi olvidados.
Siguiendo el hilo de sus premisas aseveraba a menudo y con total contundencia que “si perdemos nuestros principios dejamos de ser nosotros mismos”. En uno de sus artículos de opinión afirmó “Creo, sin temor a equivocarme, que todas las personas que tenemos una ideología, digamos, de izquierdas…”, dejando bastante claro cuál era su ideario, sin ambages. Una muestra de ello era su constante defensa de la clase trabajadora, su participación en cualquier reivindicación o manifestación en defensa de los derechos laborales, sociales, ambientales o lo que terciara, en línea con su idea política.
La exposición lúcida de su forma de pensar la podemos observar en los diversos escritos de opinión publicados en el Naciente. Una buena forma de acercarnos y homenajear a este compañero que nos ha dejado es hacer una nueva lectura de sus artículos.
Categorizaba en “La rosa púrpura”, que “si alguna vez el pueblo llano se diera cuenta de que el verdadero poder lo tiene él se les acabaría el chollo a estos espabilados que cortan el bacalao”.
Defensor a ultranza de nuestras tradiciones, cultura y habla, indicaba en “Nuestra manera de hablar” que “una cosa es hablar de manera folklórica y afectada, que a veces despierta en uno vergüenza ajena y algo de pena, y otra muy distinta hacerlo sin prejuicios y utilizar nuestras propias y singulares expresiones para hablar en familia, con los amigos o en el congreso de los diputados”.
A su modo de ver no rechazaba los avances de la sociedad, las mejoras conseguidas en cuanto al bienestar y las comodidades que la modernidad suponen, pero, de forma melancólica, valoraba que tantos cambios nos habían obligado a adaptarnos muy rápido dejando en el camino muchas de nuestras costumbres, de nuestras tradiciones, que tienen un valor incalculable. En su artículo “Las costumbres, los cambios, las modas” expresa “con qué facilidad cambian los tiempos y las costumbres, y es verdad cambiamos con una rapidez vertiginosa, tanta que las costumbres de hace relativamente pocos años quedan relegadas al olvido”
Lo que sí tenía claro a la hora de desenvolverse en el ámbito que más le gustaba, que era la comunicación tanto verbal como escrita, su reflexión más acertada era que cada uno “aguante su vela”, refiriéndose a que “Como se suele decir, uno es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras o como leí recientemente en un libro antiguo: las palabras son plata y el silencio es oro”. Para él cada uno debe ser responsable y consecuente con lo que dice y en su artículo “El interés nos obliga al silencio”, profundiza en este ámbito metafísico.
Cuando nuestro amigo y compañero entraba en el mundo del debate político lo hacía con gran fervor. Cansado de los derroteros de la política tradicional, la aparición de Podemos le insufló de nuevos bríos y esperanzas, haciendo desde 2014 grandes llamados a luchar y votar por nuevas formas de hacer política, a explicarles bien las nuevas ideas a la gente, a dárselas “picaitas pa la cachimba”, a dar un voto de confianza a quienes lo quieren hacer distinto, denostando a las cloacas del estado que por infinitos medios querían hundir en el fango a quienes venían con aire fresco a forjar ilusiones. Era tal su deseo de apoyar un movimiento político nuevo que en “Que viene el coco” expresó de forma preclara su visión en este ámbito: “En la vida tiene uno pocas satisfacciones, sobre todo después de llegar uno a adulto y darse cada vez más cuenta de que la vida es un puro teatro y que llegados a un punto nos dejamos llevar como boyas a la deriva hasta que un día la muerte nos sorprenda. Pero mis niños chiquititos yo en este momento tengo un subidón de adrenalina gracias a esos chiquillos revoltosos que han puesto patas arriba el panorama político y lo que dure durará”.
El Naciente se ha quedado huérfano de uno de sus grandes seguidores, luchador incansable y pilar de su existencia, puesto que sus aportaciones fueron siempre un punto de apoyo que daban sentido a su continuidad. Más de una vez expresó que con el tiempo se había quedado solo, dado que después del 2011 se produjo una desbandada de colaboradores locales, como si ya no ocurriera nada en nuestro pueblo, como si ya no hubiera nada que cambiar o mejorar. En muchas ocasiones planteó poner en marcha alguna campaña para conseguir que “las ovejas descarriadas volvieran al redil”. Solo lo conseguimos parcialmente. Se nos quedó el trabajo a medias compañero.
Allá donde te encuentres amigo, decirte que lo seguiremos intentando.
¡¡¡HASTA SIEMPRE AGUSTÍN!!!
Buena persona, este señor. Una pena q falleciera tan joven