POESÍA

giovanni 4Siempre me pregunté qué es la poesía, aunque quizás la pregunta adecuada sea: ¿Qué ve y vio el ser humano en la poesía? Mi razonamiento, lejos de ser objetivo, era una constante subjetividad basada en argumentos adolescentes donde solo encontraba “ñoñería” y sin sentido en la, para mí, tan cuestionada poesía. Sólo encontraba poemas llenos de decepción, amor idílico, muerte, resurrección, parajes del Edén, etc. Además, siempre asocié este arte a personas con un estado psicológico, temporal o constante, de frustración, pesadumbre, alteración, ya sea positiva (por ejemplo: amor) o negativa, etc. Ese era mi pensamiento desde aproximadamente los 10 años hasta los 17 o 18. Todo cambió a partir de ahí.

Cuando tus pensamientos, inquietudes e intereses no caben ni siquiera en tu propia cabeza debes buscar una manera de sacarlos a la luz y es ahí cuando se descubren otros métodos de expresión. Cuando conoces las canciones protesta, el movimiento hip-hop, la prosa (que se define como la oposición al verso), los ensayos (que siendo un género distinto, los hay que son poesía para los oídos) y toda clase de expresión artística, escrita y cultural que tiene cierta afinidad con esos pensamientos que tanto te inundan el cerebro. Es en ese preciso momento cuando tienes que recular y decir: ¿Que es la poesía? “La poesía es el sentimiento que le sobra al corazón y te sale por la mano” escrito por Carmen Conde o “El poeta no es un filósofo, sino un clarividente”, de Juan Ramón Jiménez o “La poesía es el arte que te permite expresar tu yo interior y mostrarlo al mundo”. De eso trata esta prosa.

Han pasado los años y cada día acumulo más frustración con el mundo dónde vivo. No reconozco los valores que antaño me transmitieron mis abuelos y los de su generación, no me malinterpreten, eran necesarios cambios importantes en nuestra sociedad y cultura, también a nivel tecnológico y políticos y estructurales. Pero, ¿realmente hemos progresado?, ¿qué es realmente el progreso?. Es cierto que nuestra vida es más cómoda, tecnológicamente hemos avanzado considerablemente, tenemos “más libertad de expresión”, las mujeres ya no sufren las barbaridades de antaño, tenemos “elección política”, “acceso a la universidad para gente humilde” (muchas comillas, voy a tener que replantearme lo del progreso…) y otros tantos cambios innumerables.

¿Todo han sido avances? No. A nadie parece preocuparle el hecho de que la tecnología nos controla a nosotros, varios países y como no podía ser de otra manera, sobre todo los Estados Unidos de Norteamérica, utilizan varias redes sociales y sistemas operativos para controlar, no sólo a sus ciudadanos sino a los del resto del mundo con la bandera del terrorismo por excusa.

            Tampoco veo a la gente preocupada por nuestra alimentación. Día tras día, en este país y lo más importante, en esta comunidad autónoma, se importan miles de kilos de comida que viene de unos países donde ni siquiera tienen las mismas leyes de trazabilidad (permite saber que se hace con una materia prima y el proceso que ha seguido desde su primer día hasta que llega al consumidor), política en productos fitosanitarios (venenos, fertilizantes, etc.) y ponen en riesgo claramente y de manera alarmante, la salud de todos nosotros y de nuestro futuro. Acorde con esto último tampoco palpo la preocupación por la agresión bárbara que le hacemos al planeta por nuestro “supuesto progreso”, ¿de verdad creen que la escalada de enfermedades como el cáncer no se debe a estos dos ámbitos? Y, ¿a esto lo llamamos progreso?. Créanme, me aburriría poniendo ejemplos del daño medioambiental que ocasionamos y no sólo a nosotros, sino al resto de seres vivos que tienen los mismos derechos que nosotros.

Socialmente hablando decepcionamos más aún. ¿Dónde están los valores que todo ser humano debería tener? Hablar de temas discutibles, es caer en saco roto, como se dice vulgarmente, “cada uno es de su casa”, pero hay temas que no deberían estar sujetos a debate. ¿Dónde está el respeto, el respeto a los mayores, el respeto de los mayores a los jóvenes?, ¿El paso de los conocimientos de generación en generación?, ¿la humildad?, ¿la ayuda al prójimo?, ¿la conciencia ciudadana?, ¿las relaciones familiares, vecinales y municipales?, ¿la honradez, el honor…?, y un largo etc. De momento no está perdido para todos y todas, pero aquí estamos sentando el camino para su extinción… Hemos pasado de ser una sociedad reprimida a una sociedad libertina, repito, no todos y todas, pero cada vez más. Los hombres no terminan de dejar atrás el machismo inventando nuevas formas de ejercerlo, las mujeres son un igual y como tal, hay que tratarlas. Ellas, en otros tiempos oprimidas, ahora no saben hacerse respetar, la longitud de la falda o del escote no determina lo libre que eres ni lo oprimida que estás, al contrario. Tampoco hay que pasar por alto la falta de respeto generalizada en ambos sexos en el plano sexual, algo que indiscutiblemente perjudica a los sujetos de ambos sexos y que traen consecuencias desastrosas como la falta de unidad familiar, que no confundir con los nuevos tipos de familia, que desde hace unos años se vienen dando por motivos más que justificados. Se debe también comentar la presión que ejerce la sociedad sobre las personas que no son las típicamente “normales”, expresión realmente inadecuada. Hablo de personas que no siguen nuestro método de vida: homosexuales, lesbianas, transexuales, madres y padres solteros, hippies, góticos, etc. Creo que en un ambiente más hostil y menos aperturista, nuestros abuelos eran más tolerantes que nosotros, por no decir que los estamentos gubernamentales no dejan que nadie esté al margen de sus normas dictatoriales y excluyéndolos de sus leyes poco o nada progresistas. Y éstos, los supuestamente raros, diferentes o atípicos, forman nuestro mundo y son dignos de un trato igualitario y a la vez que se adecúe a sus necesidades porque son parte esencial de nuestra sociedad.

En cuestiones políticas, con pocas palabras se ve que poco o nada hemos progresado. Llenaría este texto de protestas, reproches, frustraciones y correcciones de rumbo a las que, en mi opinión, deberíamos ceñirnos para de verdad progresar. Me voy a contener y me voy a ajustar a temas fundamentales. Haré mía la frase del 15M y diré: A VOTAR SE VA LEÍDO. No pueden seguir engañándonos y recogiendo las migajas en épocas de bonanza y cuando hay una crisis que NO hemos creado, pagarla los de siempre. Jamás vi a un político o gran empresa pasar estrecheces y mucho me temo que si no cambiamos, nunca lo harán. Hay que enseñarles a bajar al barro y ver que tal pelean con el fango hasta el cuello como lo hacemos el resto de los mortales. Y para terminar, me gustaría compartir una reflexión. El mundo, y a los que no les importe el mundo sino su mundo, que sepan que también va por ellos, se está orientando hacia un lugar poco halagüeño, en el que importamos cada vez menos como individuos y en el que impera el bienestar económico de una élite que no somos ninguno de nosotros y que jamás debería representar a la mayoría. Votar a favor de esto es hipotecar nuestro futuro.

Es así como finaliza esta prosa,

como aquel día de verano

sentados alrededor de nuestros mayores.

Inundándonos de sus conocimientos,

templanza, sosiego y ternura.

Conocimientos de antaño que nos sirven

para saber quién somos hoy,

para respetar nuestra cultura y sino.

Termina como termina toda historia,

con un final fatídico o gozoso

dependiendo del sujeto y su antología vital,

pero sabiendo que sólo nosotros somos

los dueños y señores de nuestro destino

Y también termina como cada uno quiera,

pues no es otro mi objetivo que incentivar

mi espíritu y el de ustedes.

GIOVANNI MIRANDA PONCE

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