¿RESPETA CANARIAS LA CONDICIÓN HUMANA DE SUS MOMIAS?

momias 1El proyecto de ley de patrimonio cultural cataloga los restos de los indígenas del archipiélago como bienes muebles. En el trámite parlamentario, CC corregirá el artículo para añadir el matiz de «especial sensibilidad» y un controvertido «valor sagrado». Los museos defienden la exposición de cuerpos y huesos

En Canarias nadie reclama los restos de sus antepasados, como si ocurre en otras culturas a lo largo y ancho del planeta. La pervivencia genética de los indígenas en la población actual es indiscutible, pero no así la cultural, que es inexistente. Con este punto de partida, el doctor en Historia y profesor de la ULL, José Farrujia, abre un debate, que antes que él ya abordaron, entre otros, el antropólogo Fernando Estévez, sobre si el discurso museístico establecido, en el que las momias y restos óseos de los guanches [como genérico de aborigen de las islas] son tratados como objetos culturales, es ético y moralmente aceptable en pleno siglo XXI.

farrujia

La reflexión a la que invita Farrujia coincide con la tramitación parlamentaria del proyecto de ley de patrimonio cultural de Canarias, que esta semana se ha debatido en ponencia. El proyecto que el Gobierno llevó al Parlamento cataloga (igual que la Ley de Patrimonio Histórico de Canarias de 1999 que pretende reformar) como «objetos muebles» a «todas las momias, fardos y mortajas funerarias», categoría que comparten con «cerámica», «ídolos y pintaderas». Esto, a juicio de Farrujia, perpetúa «la visión del patrimonio como fetiche», y plantea cuestionarse si así se «respeta la condición humana de las momias y restos indígenas». «¿Por qué sólo se exhibe al indígena canario en los museos, y no al conquistador? ¿Acaso porque sus restos son profanos y no proceden de un camposanto? ¿Acaso porque la momia pertenece a una cultura más exótica? ¿Acaso porque no tiene voz en la Canarias contemporánea?», se pregunta.

Su invitación a la reflexión ha llevado a que CC enmiende su propia ley para modificar el artículo 87 sobre bienes arqueológicos de interés cultural y que momias, fardos, mortajas funerarias y restos antropológicos se consideren «bienes muebles con especial sensibilidad». La enmienda, dice el director general de Patrimonio Histórico del Ejecutivo regional, Miguel Ángel Clavijo, «incorpora alma» a la futura ley porque obligará a «tratar con exquisito respeto a los restos humanos».

Alcance

José Farrujia aplaude la enmienda, pero cree que tiene que tener un «alcance mayor» y llegar hasta los museos, tanto a El Museo Canario, como a al renombrado Museo de Naturaleza y Arqueología (MUNA), cuyos discursos expositivos tienen como eje central la exhibición de mominas guanches. Pero es más, el profesor de la ULL apunta también a sus colegas investigadores y al discurso institucional armado a partir de la muestra de restos.momias2

Desde El Museo Canario, su presidente, Diego López, entiende que los restos humanos tengan una consideración diferente a una vasija, «porque no son simples objetos», y, por tanto, que «se traten y manipulen con absoluto respeto». Otra cosa es, y en eso coincide con el la consejera de Museos del Cabildo de Tenerife, Amaya Conde, que se vuelvan a enterrar. «Son una valiosísima fuente de investigación científica», dicen. Tampoco ven que su exhibición menoscabe el respeto que merecen y, al contrario que Farrujia, sostienen que no se exponen por exotismo o por fetichismo, sino para que su memoria perviva, «porque se muestra la momia en toda su presencia, con sus ritos funerarios» y los canarios, dicen, tienen que conocerla.

También están de acuerdo en otro aspecto que recoge la enmienda de CC, el dar «valor sagrado» a los restos indígenas. Los responsables de los museos consideran «peligroso» incluir el concepto religioso por ley.

Farrujia invita a los museos a sacar a las momias de sus salas, a apostar por la realidad virtual u otras estrategias digitales e incorporar prácticas deontológicas que permitan, sostiene, «que los restos humanos no sean tratados como cosas. Sólo así se respetará la dignidad de la persona a la que representan», concluye.

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