EL PREGÓN DE SAN MIGUEL
Si hay un acto que me gusta de las fiestas de San Miguel ese es el del pregón y es algo que no me suelo perder, pero este año se me hizo tarde y llegué cuando prácticamente estaba terminando. Si esto me hubiera pasado hace unos años me hubiera quedado con la magua aunque sí lo podría leer, pero gracias a las nuevas tecnologías pude disfrutarlo con todo lujo de detalles a través de You-Tube. He visto y, sobre todo, oído pregones de todos los gustos, algunos muy buenos, otros simplemente buenos, otros regulares, otros malos y otros soporíferos, aunque siempre me quedo hasta el final porque, lo hagan bien, regular o mal estoy seguro de que todas las personas encargadas de realizarlo hacen un trabajo arduo, lo que pasa es que en todas las cosas hay gente más capaces que otras. Ahora, como el pregón, a mi modo de ver, simboliza la invitación o disparo de salida para adentrarnos en las fiestas, aparte de que cada pregonero o pregonera aporte algunas pinceladas autobiográficas a modo de introducción, tiene que hablar, sobre todo, de las fiestas; de su historia y de las mismas en la actualidad.
Me he gozado, como decía antes, pregones buenos y muy buenos, pero el de este año me pareció no solamente muy bueno, sino excelente. Tito hizo un recorrido por las fiestas de San Miguel desde sus inicios hasta la actualidad en un relato en que más que pregonero parecía un historiador contando con todo lujo de detalles los distintos actos de las fiestas, los personajes que participaban e incluso el coste de las mismas. A su tremenda capacidad de memoria unió un relato divertido y ameno salpicado de anécdotas que, lejos de cansar, nos quedamos con las ganas de que siguiera hablando. La descripción de los distintos personajes, que algunos reconocí, fue detallada con mucho acierto y soltó Tito su pincel pintando un precioso cuadro donde cada persona y cada objeto estaba colocado en perfecta armonía y composición retratando particularmente al que calificó acertadamente de pregonero por excelencia: Pepe «el cañadulce¨, además de ventorrilleros y feriantes varios. Y desde el betunero hasta el rico don Emilio, no se le quedó nadie atrás, así como vecinos y amigos demostrando, a mi modo de ver, una gran humildad y respeto por todas las personas independientemente de su condición.
Cada persona tiene su m
anera de interpretar la realidad según su punto de vista y muchos como Tito en su día tuvieron una intensa participación en las fiestas y colaboraron desinteresadamente para llevar a cabo los distintos actos de las mismas sin ningún ánimo económico, al revés, poniendo de sus bolsillos.
Como estoy hablando de pregones y de pregoneros no quiero pasar por alto otro pregón que también, como decía Pancho Guerra que en paz descanse, mandaba las peras a la plaza, dicho pregón, al que también tuve la mala suerte de no asistir y tuve que leerlo aquí en El Naciente, fue el que hizo Manolo Medina en las fiestas de la Barrera (Manolo se merece un pregón de San Miguel, seguro que nos contaría cosas que conocemos, pero también cosas que sólo conoce él). Hizo Manolo un recorrido histórico del desarrollo del barrio magistral. Y es que toda esa gente con esa capacidad de memoria, esa sabiduría y esa cultura no se puede relegar al olvido. En la Barrera se dio en el centro de la diana con Manolo; en el casco con Tito, a ver si siguen acertando con toda esa gente humilde y callada pero cargada de conocimientos y sabiduría con respecto a nuestro pueblo para que nos ilustren y nos evoquen este perenne Valsequillo que toda/o hija/o de este pueblo siente, no como lugar donde vivir sino donde preferir vivir.
Agustín del Pino Calderín
El que sabe pensar pero no sabe expresar lo que piensa está al mismo nivel del que no sabe pensar.
Pericles
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