QUIÉN SE COME A QUIÉN
En Andalucía parece que se vuelve a poner a prueba un segundo episodio del histérico del bigotito que se adueñó de Alemania (y luego del mundo) poniéndole trampas de cazador a la República de Weimar.
Tal como se habían comprometido en la zona más ultra de su programa electoral, Vox ha empezado la operación de desgaste de la Ley de Violencia de Género, mientras sus socios-el PP y Cs- no paran de repetir que resistirán las presiones, es decir, lo mismo que decía la socialdemocracia asediada por el nazismo. Abascal, que ha vuelto a decir que no será una “muleta” pasiva para sostener el ejecutivo andaluz, ha pasado a los hechos y ha pedido por vía parlamentaria a través de Francisco Serrano una lista de los funcionarios que trabajan contra la violencia de género, dadas las quejas por ser de ideología de izquierdas y por carecer de conocimientos para emitir los informes que sustentan las decisiones de los jueces. Mientras la sociedad contempla despavorida los casos cada vez más espeluznantes de violencia de género, como son los descuartizamientos (Lanzarote) o de canibalismo (el hijo que se alimentó del cuerpo de su madre en Madrid), Vox habla de “una industria de género” y se escuda en unas supuestas estadísticas de hombres sometidos por las mujeres, ya sea en la custodia de los hijos o en la asignación de pensiones.
Resulta patético que para el asalto a la legislación se acuda al alto interés de la desideologización, cuando son precisamente los promotores del nuevo orden los que hacen gala de una ideología muy concreta-diría que hasta de criterios muy personales y más de una fobia- para cuestionar los mecanismos empleados hasta ahora. Una evidencia de ello es el recurso de la lista con la filiación profesional-ya ellos investigarán la política- de los funcionarios, un método que nos retrotrae a los sistemas más rastreros del autoritarismo. Poner bajo sospecha a los psicólogos o enfrentarlos a los jueces en un asunto tan sensible no es la mejor manera de remar en contra de la violencia de género, sobre todo cuando la colaboración entre la administración, la policía y la judicatura resulta clave para acabar con la lacra.
Pero está claro que la prioridad de Vox no es la misma, sino más bien hacer ruido para dejar claro que la copia del histérico con bigotito ya inició la reconquista. Interesante el vigilar el grado de resistencia del PP y Cs, quizás salgan tan llenos de cardenales de la experiencia andaluza que ya no les quede gana alguna de trabajarse algo en común para Moncloa. Atentos, a ver quién se come a quién.
JAVIER DURÁN
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