LOS TURISTAS

       evolución viajera     Hay quien dice, y no deja de tener su razón que de esta vida lo único aprovechable que uno se lleva es lo que cada cual pueda gozar y entre los distintos placeres está también el viajar. Como decía Juanito R. padescanse: “yo antes no, pero hoy en día viajeo  ¡oiga! y me lo paso de primera, bueno, mejor dicho viajeamos yo y mi mujer y gozamos que da mil gustos”.

          Antes ir a Las Palmas era todo un acontecimiento, hoy ya no, pero sin embargo hoy en día la gente se va de vacaciones tanto aquí bajo al sur como al extranjero, unos pocos días o un fin de semana a la península y sétera. Y todavía hay quién se queje ¡parece cosa mentira!

          Antiguamente, a lo mejor uno tenía suerte y se podía pegar un viajito a una isla y se quedaba privado a su juicio. Otra gente iba a otras islas, pero por motivos de trabajo o de estudio, y sétera. Más adelante a lo mejor te tocaba un viaje a la península con todos los gastos pagos, era cuando te llamaban pal cuartel, eso es tener suerte ¿o no? ¡A ver si tener suerte tiene que ser siempre tener buena suerte!

          Bueno pa no enrollarnos vamos a hablar de cosas serias. Hay de esto poco, oseáse hay más allá, fue una comitiva de gente de aquí riba de Valsequillo a un viaje de esos programados. Era un grupo de amigos y de amigas ¡oiga! y se lo pasaron de primera. Se quedaron al final privaos; como cuando nosotros éramos nuevos y salíamos de parranda, no habíamos terminado aquella y ya estábamos pensando en la otra, estaba usted, un suponer, en la Montaña Cardones templado como un requinto (bueno usted y los demás incluyendo al chofe que en ese tiempo se podía conducir colocao no como ahora que si uno se tiempla tiene que conducir la mujer ¡quíteseme lante!) Pues como digo siempre saltaba uno y decía: “chiquillos la semana que viene pa la verbena del lechón” que la pollería no, pero ustedes saben que se celebraba en Santa Brígida.

          Esta jarca de gente como les digo estuvieron entre otros lugares en un parque de atracciones que más de uno en las montañas rusas casi se desala (a mí me enseñó uno una foto que te hacen allí en las montañas rusas que aquel hombre más que disfrutar parecía que tenía un amago de infarto. Fueron también a un parque zoológico y fue uno y preguntó: “chacho ¿Qué clase de animales son esos? Y salta Daniel, que por aquel entonces se encontraba todavía en activo: “esos son cocodrilos asalvajados” -¡no fumas inglés!- y finalmente fueron a un museo guiados por un experto en arte que, a medida que entraban en cada sala del mismo, les explicaba con todo lujo de detalles las distintas obras de arte que allí habían y al final de dichas explicaciones les formulaba siempre la misma cuestión: ¿alguien quiere hacerme alguna pregunta? Tol mundo callados como tunos. Así fue aquel hombre explicando que daba gusto en cada sala que entraba y volviendo una y otra vez a hacer la misma pregunta al final y obtener siempre el silencio por respuesta. Antes de despedirse dijo el guía: “señores aquí ha pasado de dos cosas una, o yo les expliqué todo tan bien que  se quedaron sin duda, o ustedes -bueno ustedes saben que esa gente de pa fuera no dicen ustedes, dicen “vosotros”; pero si yo lo escribo así se van a creer que me la estoy echando- se lo sabían todo de antemano porque no ha habido ni uno que  haya querido hacerme una sola pregunta”. En eso intervino Vicente, que él viene siendo de paí bajo de un pisco más arriba de Luis Verde ¡sí hombre!, que es taxista él, bueno, pues le dijo Vicente a aquel buen hombre, díjole: “mire cristiano, nosotros sí queremos preguntar, lo que pasa es que no sabemos preguntar”.

                                                                                                               Tino

          Dedicada a Carmelo Fermín

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