LOS SERVICIOS DE PODEMOS
Hacer de la crisis de Podemos una valiosa pieza de safari, el fin de la historia de un éxito efímero, no debería ser la moraleja de su pérdida millonaria de votos y de las dimisiones que empiezan a caer como frutas maduras. Más allá de sus errores estratégicos y de las decisiones impresentables de algunos de sus líderes, sería difícil negarles un alto servicio en favor de los damnificados por la crisis que cogió Bambi Zapatero repartiendo cheques regalo vía presupuestos, y que Rajoy empezó a suturar con una bacanal que se llevó por delante las pagas extras de los funcionarios. La clase media aún no se ha recuperado de aquel golpe a sus carteras y se ha hecho más escéptica frente a la idea de que el sistema financiero pague algún día por el saqueo.
Los trabajadores, por su parte, tampoco creen que vuelvan a recuperar lo que se evaporó bajo los estigmas del austericidio. Este discurso monocolor, macerado en el bipartidismo, se rompió con Podemos, cuyo primer éxito en unas elecciones europeas puso en evidencia un nuevo ciclo en la política nacional, una llamada de atención contra la impunidad de las corruptelas del Partido Popular. Podemos y su base de indignados del 15M fue lo más relevante en un ambiente político que ya resultaba tedioso, muy esclavo de los avatares ombliguistas de la transición.
El saldo de su presencia, ahora tocada del ala tras el 28M, deviene en positivo: sobre todo porque ha sido un catalizador frente al exceso de tecnocratismo, y un claro revulsivo, ya en la etapa de Sánchez, para ejecutar medidas para favorecer a los débiles. No es bueno ni apasionante que Iglesias y los suyos caigan fulminados, puesto que pierde la calidad democrática, y también porque no es gratificante observar la materialización del olvido, como si nada hubiese ocurrido.
JAVIER DURÁN